¿A QUÉ SABE EL DESAYUNO?



¿A QUÉ SABE EL DESAYUNO?
Crónica gastronómica
Nolasco Morales Owen Pablo
Estudiante de la licenciatura en gastronomía
UABJO

El sábado pasado me decidí a emprender el reto, tenía que visitar el restaurante. Todo comenzó como una tarea escolar, pero con el transcurrir de unos días esa tarea se transformó en un reto personal, visitar el restaurante Tres Bistro, lugar al que ya había ido a degustar de aquellos alimentos que comenzaron a ser un poco sonados por su combinación de cocinas (mexicana- española). En aquel tiempo sólo existía el servicio de comida y cena, jamás supe de los desayunos.

Mi mañana estaba prácticamente programada, me despertaría temprano, me alistaría lo más rápido posible para llegar al restaurante a las nueve y ser unos de los primeros clientes en llegar para encontrar vacío o poca gente en el lugar, desayunar con tranquilidad y dar el visto bueno a lo nuevo sin necesidad de verme apresurado o ser molestado por los ruidos del entrar y salir de las personas.

Todo comenzó de manera agradable, me desperté a las 7 de la mañana, me aseé, me vestí y emprendí mi camino al restaurante donde desayunaría, todo estaba sucediendo conforme a lo planeado, pero como casi no sucede en mi ciudad, después de abordar el transporte público  alcance a escuchar por la radio que el crucero principal por donde debía pasar el autobús estaba bloqueado, pero que aunque ya sea costumbre no deja de ser molesto; rápidamente me di cuenta que ya no llegaría a desayunar a la hora programada, por la ruta de desviación que tomó el autobús parecía que comenzaría mi tortura porque ya tenía mucha hambre, y en ese pequeño recorrido primero alcancé a ver un puestecito que vendía memelas, empanadas, tacos blandos y atole.

Unas cuadras más adelante no faltó el señor que vendía los vasos con jugo de naranja de a diez pesos, para hacer más grande mi infelicidad al voltear hacia la ventana vi en la tiendita de la esquina una mesa de madera con un mantel de plástico que encima tenía una olla tapada de cuyas orillas sobresalía un plástico negro y encima un pedazo de tela, y al levantar un poco más mi mirada me encontré con un letrero hecho con cartulina amarilla fosforescente con unas letras en color negro de tamaño grande que confirmó mi infelicidad llevando como leyenda “Tamales calientitos: amarillo, verde, chepil, rajas y frijol”

Para este momento mi estómago ya comenzaba a tener ruidos muy fuertes que me indicaban sutilmente que mi hora de ingerir alimentos ya se estaba pasando de tiempo. Sentí tranquilidad cuando observé que el transporte ya estaba cruzando la avenida que separaba las calles del centro de las demás colonias, unas cuadras más adelante me bajé del autobús y continué caminando hacia el corazón de la ciudad, ya que dicho restaurante se encuentra en uno de los portales del zócalo. Para este momento mi reloj marcaba las diez con quince de la mañana, resignado y con mucha hambre apresuré el paso pero mi viacrucis aún no terminaba, en tan sólo esas cuatro cuadras restantes los puestos de comida, fruta y jugos abundaban, en ese instante me di cuenta que ya tenía mucho tiempo que no salía tan temprano en fin de semana al centro y que había olvidado la gran cantidad de alimentos que se encuentran por las calles céntricas de Oaxaca.

Después de todo el recorrido y vistosidad gastronómica llena de aromas, llegué más tarde de lo programado a mi destino final, el restaurante Tres Bistro, donde por fin podría ver que es lo que ofrecía en su carta para desayunar, me tomé el tiempo necesario para revisar la carta y pedí lo de cajón: café capuchino con pan francés cubierto de compota de frutos rojos y seguí con el plato fuerte para terminar con un postre de sorbete de cítricos con un trozo de tarta con tres quesos.

 Al final valió la pena toda la demora y la travesía acompañada con el hambre que mi cuerpo tenía. Me fui satisfecho y me percaté que mis expectativas no estaban tan perdidas, ese desayuno que no conocía y no había saboreado tenía buenas referencias por el sabor tan placentero que se siente al probarlo y fue así como supe a qué sabia el desayuno.

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