CRÍTICA GASTRONÓMICA AL RESTAURANTE TRES BISTRO



CRÍTICA GASTRONÓMICA AL RESTAURANTE TRES BISTRO

Este lugar desde que se aperturó ha tenido fama de buen servicio y comodidad. Su carta maneja una combinación de alimentos mexicanos y uno que otro español, en sus inicios tuvo mucha fama y reconocimientos por los eventos privados que realizaba para los “filmfest” y otros festivales que se llevaban a cabo en la ciudad. He tenido la oportunidad de ir a comer en algunas ocasiones a dicho lugar, no es muy lujoso, pero sí muy elegante, en la entrada se encuentra un joven que aborda de manera atenta y servicial al público, explicando de manera breve lo que podemos encontrar para satisfacer nuestra necesidad de alimentarnos y vaya que sabe convencer el joven. 

Para entrar al lugar hay que subir unas pequeñas escaleras que son el camino a otro panorama, antes de entrar vemos el zócalo, un lugar lleno de ruidos, gente que viene y va, pero al entrar el ambiente cambia drásticamente, nos encontramos en un lugar más silencioso, con luces muy tenues y lleno de confort, la vistosidad de las mesas es acogedora y la limpieza no se queda atrás, yo diría que cumple con la necesidad de cualquier tipo de público ya sea que vayas solo, en pareja o en familia.

En esta ocasión llegué a probar los desayunos, servicio que antes no tenían; en un principio pensé que serían igual de complicados y sofisticados que la carta de comida, pero al comenzar a revisar la carta de desayunos noté que no era muy diferente a lo que ofrecen los demás restaurantes que se encuentran cerca. La misma estructura de carta: para comenzar, de la granja, lo ligero, lo de cajón etc. 
La poca diferencia se comienza a notar al leer que algunos de sus productos dicen ser hechos en casa como las compotas, las mermeladas y las hiervas (que son del huerto).
El mesero jamás deja de estar atento a sus comensales y en todo momento pregunta si se ofrece algo más, lo hace de manera esporádica lo cual no es muy molesto como en los restaurantes que se encuentran enfrente.

Ordené un café capuchino con pan francés con cubierta de compota de frutos rojos, el café es bueno pero similar a los que ofrecen en otros lados, el pan no estaba mal, pero la compota lo compensaba, el dulzor era tolerable y su sabor muy bien equilibrado. Como plato fuerte no había mucho de donde escoger ya que ofrecen lo mismo que podemos encontrar en las fondas de los alrededores: chilaquiles con tasajo, enfrijoladas con cecina y así nos podemos seguir sin encontrar algo novedoso. Yo escogí un omelette con espinacas relleno de quesillo y chapulines, la combinación era buena, pero a mi parecer faltó que el quesillo estuviera derretido y mezclado por completo con los chapulines.

 Para finalizar solo había tres postres para escoger y elegí algo que no sé si sea bueno para un desayuno ya que lo frío no es muy aceptable por las mañanas, mi postre fue un sorbete de cítricos con un trozo de tarta de tres quesos, que hacía buena combinación, pero no era algo que explotara mis papilas gustativas. Las porciones son decentes, llenadoras y no tiene mal sabor, pero al igual no aporta algo extraordinario.

La experiencia de los desayunos no es algo formidable, no resulta novedoso, sigue la línea de todos los restaurantes cercanos y a mi parecer deja de ser algo congruente con la perspectiva y vistosidad que el inmueble muestra al entrar. Recomendarlo para desayunar no sería mala idea, ya que los precios son accesibles y van acorde a las porciones que te ofrecen, pero me reservaría esa amabilidad a menos que me preguntaran por el lugar, es un contraste muy mal empleado si lo queremos unir con la experiencia de la hora de la comida ya que el recorrido es muy distinto al desayuno.

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